Municipio invierte más de 400 mil dólares para complejo recreativo en Nanegal

La belleza de ríos, cascadas, bosques y aves se mezclan con los aromas de la panela y el café en Nanegal, parroquia rural del Distrito Metropolitano de Quito, ubicada a una hora y media del redondel de El Condado, en pleno bosque del Chocó y casa del Oso Andino.

El potencial turístico de este lugar determinó que el Municipio de Quito, el Gobierno Parroquial y la comunidad del sector den prioridad a obras que motiven la visita de turistas nacionales y extranjeros.

Por dos años consecutivos, en asambleas de presupuesto participativo, los vecinos de la parroquia priorizaron la ejecución del complejo recreativo de Nanegal: piscina, estadio y entorno urbano.

USD 120. 975 se invirtieron en la remodelación de la piscina que contempló la reconstrucción de la piscina en hormigón armado revestida de cerámica, con sistema de recirculación de agua; una pérgola en estructura metálica con cubierta de policarbonato y pisos de cerámica; mantenimiento de instalaciones existentes; caminerías con adoquín de colores; espacios verdes y juegos infantiles, en un área total de 1097 m2.

Por otra parte, las aceras de ingreso al centro poblado fueron construidas con adoquín decorativo y bordillos a lo largo de 710 metros, incluye muros de contención, con una inversión de USD 120.000.

Así mismo, el estadio parroquial, espacio que atrae la visita de deportistas de diversos lugares del Distrito, es intervenido. Entre los trabajos cuentan el adoquinado de las áreas de ingreso vehicular y parqueaderos, la construcción de las aceras perimetrales con adoquinado decorativo, 2 canchas de vóley en un área de 568 m2 con graderío, cerramiento perimetral de la cancha de fútbol, cerramiento norte del estadio con malla, rampa de acceso que comunica el parqueadero con el área de la piscina.

La inversión municipal es de USD 163 879. Para el 2018 se prevé realizar la construcción del sistema de drenaje de la cancha principal, como parte de la regeneración del estadio.

Emperatriz Rivadeneira, vive cerca del estadio, recuerda que los balones siempre destruían su tejado. “Estoy contenta con el cerramiento de malla. Los futbolistas ahora juegan con tranquilidad, tienen baños y junto la piscina, venimos al estadio a distraernos un poco”, comenta.

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