El Alcalde de Quito entrega la Fiesta de la Luz, a una ciudad que vuelve amar el arte

Las calles de la ciudad patrimonial llevaban, la noche de este miércoles 8 de agosto, riadas de gente feliz. Las  familias quiteñas acudieron a la última de sus tradiciones, la Fiesta de la Luz.

Capitalinos de todas las edades llegaron al sector colonial con entusiasmo contagioso, calentando el frío de la noche andina con la avidez, por llegar a cualquiera de los 19 puntos de arte y luz, que la Alcaldía ha dispuesto.

Esta vez, todo ocurre en un Centro Histórico bien organizado y señalizado, donde el caos de los años pasados, en el mismo evento, ha sido resuelto.

El principal del cabildo quiteño, Mauricio Rodas le dijo a una plaza de San Francisco llena de personas, que se ha de celebrar el primer grito de Quito Luz de América, con luz y arte. El Alcalde inauguró la Fiesta de la Luz 2018.

El burgomaestre devolvió con solemnidad, a su ciudad, el liderazgo perdido, hace mucho tiempo en el ámbito de la cultura y al arte.

La obra proyectada sobre la fantástica fachada del convento más grande y bien conservado de la época colonial, en América, se llama Herencia. Su fuerza y color llevan los sentidos al  a niveles manifiestamente emotivos entre el público. Es quizá un momento de consagración para su ya afamado autor, Laurent Langlois y también Daniel Knipper.

Terminada la magnífica proyección el alcalde Rodas tomó a su familia y como otra más de las miles de familias quiteñas, caminó las rutas diseñadas para admirar con orden, obras como la que se encuentra volando entre los monumentos del histórico bulevar 24 de Mayo, Les Lumineoles de Chirstophe Martine.

Entre el cariño manifiesto de la gente, que aprovechó la banda municipal y los ritmos autóctonos para invitar a bailar al Alcalde Mauricio Rodas y su esposa María Fernanda, todos disfrutaron de obras lumínicas en el Arco de la Reina o en la gran pared del convento del Carmen Alto.

Casualmente a esta ciudad lo dicen Luz de América porque hace doscientos años, fue la luz de la libertad iluminó el espíritu  independentista, desde Quito a todo el nuevo mundo, en un 10 de agosto.

En la Plaza de Santo Domingo el principal de la ciudad y decenas de miles de conciudadanos se volvieron a extasiar. Esta vez fue  Wiñaykay del joven y talentoso Salvatore Barletta. El invita en su proyección a la intrepidez  del  cóndor, el jaguar o  la montaña. Los símbolos y tótems indígenas, mezclados con belleza, fuerza y un mundo de color, que se podría decir que logró emanar el olor de nuestro bosque tropical, en medio de su realismo mágico.

Para terminar el recorrido  todos fueron hasta la Plaza Grande para ver a la Catedral Metropolitana vestirse de colores y figuras sicodélicas fusionadas con arte precolombino. Todo al ritmo  y compás de la música electrónica.

FOTOS: https://drive.google.com/drive/folders/1dy2hUeYosQ7Mhrnna8v6v9tYQ_BzcUVT?usp=sharing

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