Un conversatorio analizó a Quito y su música tradicional

La Secretaría de Educación, Recreación y Deporte desarrolló, como parte de su saludo a la ciudad por sus fiestas, tres conversatorios que proponen descubrir Quito. En esta ocasión abordamos la música tradicional de la ciudad en el cual se analizó la historia, trascendencia, expositores y legado de la música quiteña.

Este encuentro contó con la participación de los maestros Pablo Guerrero y Julio Andrade, investigadores y catedráticos universitarios, de gran trayectoria, quienes cuentan con varias publicaciones, y compartieron sus conocimientos y música.

“Nuestro objetivo es brindar espacios educativos para fomentar en la ciudadanía la cultura, el arte y la identidad como quiteños y ecuatorianos”, indicó Juan Carlos Boada, Secretario de Educación, Recreación y Deporte.

La música quiteña, las sonatas tradicionales, sus intérpretes, la magia de la guitarra, la flauta, los personajes y compositores sin duda son la escénica de la identidad de nuestra ciudad.

Pablo Guerrero explicó acerca de los testimonios documentales, sobre la música de tradición en Quito, sus historiadores y personajes que durante años han ido construyendo la riqueza artística y cultural.

Entre los temas abordados, Pablo Guerrero trató sobre los primeros documentos musicales que datan de tiempos de la emancipación y de inicios de la etapa republicana como el álbum de partituras denominado ´Colección de tocatas de violín, antiguas y modernas´, compuesta en Quito en 1848, el cual tiene pequeñas obras musicales relacionadas a la música indígena y popular que se practicaba en esos momentos en la ciudad.

Este álbum manuscrito escrito entre fines del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX, es factible hallar obras que se ejecutaban en el contexto religioso y popular, e incluye una gran cantidad de ejemplos de tonos, valses, polkas, tonos de navidad, y varias piezas que claramente denotan raíces indígenas y populares como: El Sanjuanito, El Jivarito, Otavaleño, El Guayllabambeño, El Cajabamba, El Amor Fino, Guamancito, El Albacito, entre otros.

“Otro documento importante para la historia de la música de la ciudad es una colección que data de 1865. Se trata de la obra titulada ´Yaravíes quiteños´ que se publicó en Madrid en 1883, aunque se ocultó el nombre de su recopilador, el quiteño Juan Agustín Guerrero. La mencionada colección es un formidable documento que permite conocer la preocupación por incluir ejemplos del entorno local, creemos que la primera señal de una etnografía musical intencionada”, mencionó Pablo Guerrero.

Por su parte Julio Andrade comentó: “Si consideramos que la música y el arte en general también son formas de expresión individual y colectiva, podemos decir que nuestra estética sonora está en completa relación a como hablamos, a como sonamos. De aquí el origen de la guitarra quiteña como una especie de dialecto musical. De una sonoridad que nos describe y nos conecta con el lugar natal y al mismo tiempo con el desarraigo del chagra y del indio despojado y excluido. Con la memoria sonora de nuestra comunidad, que penosamente para muchos y en estos tiempos debe ser redescubierta”.

“Esta estética local propia e identitaria también se refleja en lo visual, en las artes plásticas, en la centenaria Escuela Quiteña del Arte, que también renacionalizó la plástica europea colonial y la adapto a la estética local dando lugar a una estética plástica propia”, señaló.

La guitarra quiteña no aparece de un momento a otro, sino que se construye junto a la gente de Quito y del Ecuador, quizá desde siglos atrás. Sin embargo, es en siglo XX donde aparecen exponentes del estilo que lo consolidan como: Marco Tulio Hidrobo (junto a los Nativos Andinos), Bolívar Ortiz, Carlos Bonilla, Guillermo Rodríguez, Segundo Guaña, Segundo Bautista, Nelson Dueñas.

Las Estudiantinas también desempeñan un importante papel en la construcción de los sonidos de Quito, en sus inicios integradas por mujeres de sociedad que interpretaban el bandolín, la mandolina, la bandurria, la bandola. Posteriormente, asimilada por las asociaciones obreras y de artesanos, gozaban de solemne importancia.

Entre las más prestigiosas Estudiantinas podemos enumerar: Santa Cecilia, La Buena Esperanza, Estudiantina Quito, La Austral en la ciudad de Cuenca, y varias más en otras ciudades.

Este grato recorrido por la música quiteña fue combinado también con el marco musical a cargo de Julio Andrade, con interpretación de varias piezas musicales, bajo el encanto del sonido de su guitarra, que fueron el deleite de los espectadores.

Con ello se cerró este evento artístico, que reunió en un escenario a expertos musicólogos, enriquecido con la participación  de la ciudadana, para  resaltar la riqueza de la música quiteña y el legado y compromiso que reciben las nuevas generaciones, en mantener viva la llama artística y la esencia de nuestra cultura.

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