Marina elabora ‘guaraguas’ que aprendió en los talleres del Patronato

Marina Solís nació en Tabacundo, al norte de Pichincha. Llegó a Quito hace más de 40 años y formó una familia. Siempre estuvo vinculada a las telas, los hilos, las máquinas… Junto a su hermana mayor trabajaba en un taller de costura y por las noches asistía a clases para perfeccionar sus habilidades. En la década de los 80 se graduó de corte y confección.

“Hace casi 23 años construimos nuestra casa acá en el sur, renuncié a mi trabajo y con mi esposo decidimos poner aquí mismo nuestro bazar”, cuenta. En su local, ubicado en el barrio Valle del Sur, en Guajaló, no solo vende artículos de papelería, sino productos elaborados por sus manos: manualidades que aprendió en los talleres de la Unidad Patronato Municipal San José.

Hoy, a sus 60 y ‘piquito’, elabora variedad de adornos para el hogar con gran destreza. Entre las ‘guaraguas’ que confecciona y exhibe sobre una de las vitrinas de su local están delantales para vestir a las botellas, sombreritos, costales, hueveras y chimeneas. Para ello utiliza tela, yute, plumón y todo tipo de granos secos que va pegando en cada objeto. Los sombreritos cuestan $3 y los adornos más laboriosos $15.

Un salón grande dentro de su casa, que antes de la pandemia era frecuentado por sus hermanas, cuñados y sobrinos para las buenas farras, hoy es su ‘pequeño taller’. Nada le impide trabajar, ni siquiera la inmovilidad de su mano derecha que le provocó un accidente hace cinco años. Hoy, en medio de las máquinas, agujas, tijeras, telas y retazos confecciona una blusa para una de sus dos nietas.

Marina extraña las clases presenciales con los talleristas del Patronato San José y sus compañeros. Ahora, su hija Fernanda le ayuda a conectarse por internet a las clases virtuales y cada semana está atenta para aprender más, tal como lo hacía en la academia. También por esta vía le indican los ejercicios para mantenerse activa y en forma.

Como abuela y madre emprendedora envía un saludo a todas las mamás, en especial a las adultas mayores, y las motiva a que se unan a los grupos del programa ‘Sesenta y PiQuito’, pues considera que los talleres y las clases que imparten son muy entretenidas y productivas.

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