Donde crecen los sueños: historias de cuidado en los Quito Wawas

Quito, (Quito Informa). – Por las calles de Calderón, los pasillos de los centros infantiles del sector sur y los hogares del centro histórico, un grupo de mujeres avanza cada día con mochilas llenas de materiales, cuadernos con curvas de crecimiento y un propósito claro: que ningún niño o niña se quede atrás por culpa de la desnutrición.

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Michelle, Vicky y Yuling son nutricionistas de los Equipos de Salud Comunitaria del Municipio de Quito. Su trabajo diario en los centros de desarrollo infantil Quito Wawas y en los hogares, va mucho más allá de calcular porciones. Son parte de una intervención integral que transforma la salud, los vínculos familiares y las oportunidades de vida de miles de niñas y niños menores de tres años.

“Recuerdo a una niña que solo comía sopita. Hoy se come todo el plato”, dice Michelle Castro, nutricionista del sector norte, mientras muestra con orgullo una curva de crecimiento dibujada en una lona gigante. La visita de hoy es en el Quito Wawa de Valle Hermoso, uno de los nueve que atiende junto a su equipo en Calderón. “Cada mes volvemos y vemos el progreso. Es gratificante cuando las mamás nos cuentan que ya notan cambios. Verlas sonreír, ver que sus hijos crecen… eso te llena”.

Michelle no solo habla desde su rol técnico. También es madre. “En cada niño veo al mío. Todos tienen derecho a crecer felices y sanos”.

En el centro de Quito, Vicky Sánchez lleva consigo no solo experiencia profesional, sino un compromiso que la conmueve cada vez que entra a un Quito Wawa, nos comenta:

“Ser nutricionista aquí me cambió la vida”, confiesa. Al principio, le preocupaban los casos de niños con talla baja y dietas monótonas. Pero pronto entendió que la nutrición infantil no se resuelve solo en la cocina. “Está ligada a la realidad de cada familia. Por eso, más que dar instrucciones, construimos soluciones juntos”.

Con talleres para padres, guías prácticas y seguimiento personalizado, el equipo logró que una niña de un año y nueve meses, inicialmente con baja talla y alimentación selectiva, recupere no solo peso, sino también energía y alegría. “La educación con empatía cambia hábitos. Y eso puede cambiar futuros”.

Más al sur, en el Quito Wawa donde trabaja Yuling Petao, la historia se repite con otros rostros. “Una bebé llegó con desnutrición crónica severa. No ha salido aún, porque es un proceso lento, pero ya hay avances”. Lo que más la emociona es ver cómo la madre se involucra, investiga, pregunta, se compromete. “Cuando una madre se motiva, puede cambiarlo todo. Y eso me recuerda por qué hago esto”.

Hoy, gracias al trabajo articulado entre la Secretaría de Salud y la Unidad Patronato Municipal San José, más de 5.899 niños y niñas reciben atención médica y nutricional, así como acompañamiento familiar para prevenir y reducir la desnutrición crónica infantil en Quito.

La estrategia se implementa en tres modalidades —en los centros infantiles, en los hogares y a través del acompañamiento familiar—, y es ejecutada por 65 equipos multidisciplinarios que no solo atienden, sino que tejen redes de confianza con educadoras, madres y padres.

La labor de estas mujeres —y de todo el equipo— no siempre se ve. Pero se siente en cada cucharada terminada, en cada centímetro ganado en la curva de crecimiento, en cada madre que deja de sentirse sola. Porque en los Quito Wawas no solo se alimenta. Se cuida, se educa, se sueña.

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