La Yumbada de Cotocollao recorrió este tradicional barrio de Quito
- Este grupo generalmente hace su aparición en junio, en un inicio se relacionó con la fiesta de Corpus Christi y el solsticio; en la actualidad la danza se vincula con sistemas culturales complejos vinculada con el agua, la luna y las montañas.
Quito, (Quito Informa). – Cada año, junio es testigo de la presencia de la Yumbada de Cotocollao. Se trata de una expresión de la cultura ancestral, caracterizada por danzas rituales.
La Yumbada está conformada por una agrupación de familias y miembros de la comunidad, unidas por el lazo del llamado de la danza de las montañas. Este grupo es uno de los más fortalecidos y numerosos, entre las 4 yumbadas que coexisten en el territorio de la Zona La Delicia: Rumicucho, Pomasqui, Tanlahua y Cotocollao.
El proceso de fortalecimiento de los yumbos de Cotocollao, inició hace más de 20 años; sin embargo, su presencia se remonta a cientos de años atrás, así lo aseguran sus integrantes, quienes hablan de los abuelos, bisabuelos y tatarabuelos danzantes de la yumbada.
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En este año, la danza inició con la recogida de los yumbos, el pasado viernes por la noche, por parte de la cabecilla, que en este caso y por primera vez, es liderada por una joven mujer, Fanny Morales, hija del difunto cabecilla, Pedro Morales. Ella es la líder de la organización y la “Gobernadora Grande”, tal como lo describe.
La fiesta mayor se celebró el sábado 21 y domingo 22 de junio, en la plaza de Cotocollao. Las actividades comenzaron con el antialbazo, llegada al parque de Cotocollao a recibir los primeros rayos del sol. Durante la festividad, se realizó visita a los priostes, quienes sostienen la fiesta cada año, entre ellos, la Administración Zonal La Delicia; y los rituales principales como la matanza, la danza del curiquingue, la danza del pañuelito, entre otros, todos relacionados con la madre tierra y sus elementos.
Sus principales personajes son la Cabecilla; el Mamaco o tambonero, quien interpreta el ancestral instrumento del pingullo y el tambor; los monos, protectores y asistentes de la yumbada; los yumbo mate, yumbos que cargan un poncho construido con mates y que suenan al ritmo del movimiento del danzante; y agrupaciones que se suman a la fiesta como los capariches; los payasos; los negros y las bandas de pueblo.
Iván M. es un niño de 12 años, danza desde hace 5 años.
“Siento alegría, porque hago lo que me gusta” indica, mientras sus pies se elevan en la danza, al ritmo de la banda de pueblo. Al contrario de los Raymis, las yumbadas se caracterizan por hacer una danza aérea.
Las mujeres ahora son parte de las danzas. Alejandra Parra, de 23 años, es una de ellas. Vive en el sector de La Rumiñahui y se integró a la yumbada hace 3 años. Sus abuelos también danzaron y ahora ella es parte de esta gran familia. “Mi espíritu vuelve a renacer porque estoy danzando con las montañas, acompañada de mis hermanos yumbos” menciona.
La jornada de 3 días, concluyó el domingo con los rituales principales y la pamba mesa en la plaza de Cotocollao, un lugar que guarda el testimonio, la memoria y la historia de esta ciudad.