Primer día de Quitofest: la lluvia no frenó la alegría de miles de asistentes que llegaron al Bicentenario
- Entre percusiones, funk y rap, el Parque Bicentenario se convirtió en pista colectiva; además, los asistentes aprovecharon la fila preferencial al llevar donaciones para la campaña municipal “Dona con Corazón”.
Quito, (Quito Informa). – El Quitofest arrancó su primera jornada en el Parque Bicentenario con ese tipo de energía que solo aparece cuando una ciudad entera decide celebrar sin reservas. Desde media tarde, la gente empezó a llegar: guitarras encendidas, tambores que se escuchaban a cuadras, ritmos caribeños flotando sobre el viento frío de noviembre, y una invitación que iba más allá de la música: sumarse a Dona con Corazón, la campaña municipal que habilitó una fila preferencial para quienes llevaban alimentos o artículos de aseo. Música y solidaridad, caminando juntas desde la puerta de entrada.
Las primeras horas se vivieron como una bienvenida extendida. Familias, grupos de amigos, parejas jóvenes y melómanos de toda la vida encontraron su lugar en un parque que lentamente se transformó en escenario colectivo. Quito tenía fiesta, y se notaba.
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La tarde avanzó entre rock, reggae y fusiones que abrían paso a nuevas texturas. Cuando el sol cayó, la lluvia también decidió presentarse. Nadie retrocedió. Bajo paraguas improvisados y ponchos que flameaban con cada movimiento, el público se mantuvo firme, con la fuerza de Guanaco y esperando el estallido rítmico de Orishas. En ese momento, quedó claro: si la música llama, Quito responde, mojado pero feliz.
La paleta sonora fue tan amplia como la propia ciudad. Iguana Brava e Inmortal Kultura encendieron las primeras filas; Luis Alcívar trajo una pausa luminosa; La Santísima Voladora abrió mundos nuevos; Tam Tam puso a todos a latir al ritmo del tambor; La Malamaña convirtió el Bicentenario en costa pura; Kev Santos Band tejió funk con alma; y Los Amigos Invisibles desataron un baile que parecía no tener fin. Orishas remató con esa fuerza afrocaribeña que deja huella.
Adolescentes emocionados por ver a sus bandas favoritas, familias que hicieron picnic mientras esperaban el siguiente set, adultos que volvieron a sentir la vibra de festivales de años pasados. Todos mezclados en una misma corriente que avanzaba de escenario en escenario.
La organización dispuso dos tarimas con programaciones alternadas que evitaron solapamientos, permitiendo un flujo continuo de conciertos.
Para las jornadas que vienen, lo ideal es anticiparse: llegar temprano, llevar agua, protector solar, abrigo para la noche y, por si acaso, el infaltable poncho de lluvia. El clima puede cambiar, pero la fiesta sigue.
El debut del Quitofest dejó el mensaje de que la música tiene el poder de unir, mover y conmover. El público no solo se llevó fotos, videos y gargantas cansadas; se llevó también la certeza de que, cuando Quito celebra con propósito, la experiencia se vuelve inolvidable.
Menú sonoro
- Iguana Brava – energía rockera con riffs eléctricos que abrieron la jornada. Su propuesta mezcló actitud juvenil y solidez instrumental.
- Inmortal Kultura – metal con identidad local y una puesta en escena intensa. Sus guitarras y voces dieron uno de los momentos más potentes de la tarde.
- Luis Alcívar – fusión contemporánea con matices melódicos. Su presencia aportó un respiro sonoro entre los bloques más enérgicos.
- Banda Municipal de Quito (con Gustavo Velásquez) – interludio institucional que sumó tradición, arreglos orquestales y cercanía con el público.
- La Santísima Voladora – rock alternativo con tintes experimentales. Su presentación destacó por su narrativa musical y atmósfera creativa.
- Guanaco – hip hop ecuatoriano con mensaje social y flow sólido. Conectó con el público a través de letras directas y beats urbanos.
- Tam Tam – percusión comunitaria y ritmos afrodescendientes. Sus tambores encendieron la pista con un acto vibrante y participativo.
- Iván Pino y Los Nosotros – rock-pop con tintes nostálgicos y melodías fáciles de corear. Mantuvieron un ambiente cálido y cercano.
- Kev Santos Band – fusión de funk, soul y ritmos tropicales. Su sonido versátil tendió puentes entre generaciones.
- La Malamaña – marimba, bomba y sabor del Pacífico. Su energía colectiva convirtió el escenario en una fiesta de raíz afroecuatoriana.
- Los Amigos Invisibles – íconos del funk-disco latino; groove contagioso y un repertorio festivo. Encendieron el baile con clásicos y nuevas mezclas.
- Orishas – referencia del hip hop cubano con identidad afrocaribeña. Cerraron con potencia rítmica, nostalgia y una vibra de gran cierre.
