El objeto del mes: conozca sobre la cocina conventual del Carmen Alto

  • Conozca más sobre las prácticas alimentarias y las actividades culinarias del Monasterio del Carmen Antiguo de San José o Carmen Alto
  • Para leer el artículo completo ingrese en el enlace https://bit.ly/2DUV7Gy

La cocina no fue incompatible con el recogimiento y la dedicación a la divinidad, en la vida cotidiana de los conventos de mujeres, la cocina fue y sigue siendo uno de los espacios más dinámicos donde se preparaban los alimentos del día a día de la comunidad, y donde se materializó un estilo culinario acorde con las celebraciones litúrgicas matizado por la combinación
de sabores, aromas y texturas de ingredientes de estas tierras con aquellos introducidos desde el Nuevo Mundo.

En la vida religiosa, ningún aspecto material está alejado de la espiritualidad. La dieta de cada comunidad reflejaba las recomendaciones particulares de su Regla. En el caso de las carmelitas descalzas, sus prácticas alimentarias están apegadas a la observancia de la Regla que rige su vida, tanto en lo material como en lo espiritual. La elección de la pobreza como elemento fundamental del Carmelo descalzo, exige el desapego de lo material y la sobriedad en la vivienda, en el vestir y en alimento. Para imitar a Cristo, que trabajó como un humilde carpintero, las carmelitas descalzas están llamadas a ganarse el pan con su trabajo. Santa Teresa de Jesús decía: Téngase mucha cuenta con lo que manda la Regla «que quien quisiere comer, ha de trabajar» (Santa Teresa de Jesús. Constituciones cap. XIX)

Pese a la incesante actividad culinaria en la cocina del monasterio del Carmen Alto, no han sobrevivido recetas antiguas, pero sí es posible mencionar platillos que se preparaban tanto para los días ordinarios como para días especiales, e ingredientes que eran usuales en su preparación.

Probablemente el desayuno consistía en una taza de chocolate con pan. Las carmelitas compraban cacao para elaborar el chocolate que consumían internamente y que vendían a través del torno (Pacheco, 2000: 67). Al parecer, el chocolate no se consideraba un producto superfluo en la dieta conventual, en el caso de las monjas mexicanas, su consumo era por placer y como muestra de hospitalidad (Lavrín, 2016: 204).

Para las monjas de nuestros conventos obsequiar chocolate también era un signo de agradecimiento y hospitalidad, recordemos que las fundadoras del Carmen Alto trajeron a Quito cacao como regalo para doña María de Saravia, mujer piadosa que tuvo un rol fundamental en la fundación del monasterio.

Para las comidas de mediodía se preparaban menestras de frijoles y lentejas; las sopas generalmente contenían morocho, chuchuca, maíz amarillo, maíz negro, legumbres, papas, ocas, y en ocasiones muy especiales se les agregaba carne de res, cerdo, pescado o mariscos como camarón. La comida que se servía en la cena era mucho más sencilla (Pacheco, 2000: 68). En cuanto al pan, no se acostumbraba a hornear dentro del convento, sino que se compraba a los panaderos de la ciudad»… Estos textos pertenecen al artículo ‘La cocina conventual’.

Este texto fue realizado por: Myriam Navas del área de investigación del Museo del Carmen Alto. Usted puede leer el artículo completo en el siguiente enlace https://bit.ly/2DUV7Gy

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