Jimena Oña siembra esperanza: relato de una mujer de las brigadas de la Epmmop

Son las 04:45 de la mañana y el sol comienza a asomarse en un día lluvioso. Jimena ya está en pie ‘parando la olla’ para la colada de su hijo Damián de 4 años, que es el último de sus tres hijos y el único varón.

Empezó a trabajar hace seis años en la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas, Epmmop, en la brigada norte en el sector La Carolina, sin embargo, al poco tiempo, una llamada la llevó al sur, situación que la llenó de alegría porque le quedaba más cerca a su casa y de su familia.

Al comienzo era la única mujer que desempeñaba esa labor pero eso no le intimidaba. Sabía que era capaz de realizar los trabajos de arborización, hoyos, coronas y plantación de árboles. ¡Y cómo no iba a poder, si siempre ha trabajado duro!

Jimena Oña, paso a paso va pintando la ciudad de colores. Con 37 años y 3 hijos nos cuenta sobre su vida. Recuerda con nostalgia cuando llegaron a un sector de la ciudad y tenían que hacer huecos para plantar árboles, pero el lugar tenía muchas piedras que parecían de acero. “Golpeábamos y golpeábamos las piedras para romperlas, pero era muy duro, nada que se rompían y nosotras como nuevas en la brigada debíamos alcanzar a nuestros compañeros en el trabajo.” Y como ni las piedras pudieron detenerla, hizo varios huecos ese día.

Esta semana ella y su brigada trabajan en el mantenimiento y plantación de ejemplares en el sector de La Magdalena. El trabajo se distribuye en partes iguales, Jimena no ha parado de laborar durante toda la mañana. Más de 250 árboles se introducen en este importante sector de la capital.

Cuando ya se acopló a su brigada, descubrió que el trabajo en equipo era mucho más fácil y rápido. “Hay cosas que me toman un poco más de tiempo y otras en las que soy más rápida y muy buena. Por ejemplo, me encanta sembrar, así la ciudad se ve más bonita, sobre todo con Flores de Mayo.”

Pero Jimena, al igual que muchas mujeres en la Epmmop, tienen dos corazones: uno para su familia de sangre y otro para su familia laboral. Ser madre transformó su mundo. Además de sus responsabilidades con su brigada se levanta antes de las 05:00 para dejar todo listo en casa, comida para todos y en especial para su niño pequeño que debe tener lista su colada.

Al terminar su jornada laboral, en casa le esperan sus 3 hijos: Jennifer de 17 años, Nicole de 13 y Damián de 4 años. Con ellos empieza la locura de jugar, compartir tiempo en familia, pero también las responsabilidades: verifica si ya almorzaron, revisa los deberes, la casa, lava la ropa y demás.

Jimena, ama su trabajo, aunque a veces deba soportar el clima variante de Quito y a personas que no entienden cómo es trabajar muy duro en la calle.  “Es un trabajo duro, pero estoy agradecida porque reconocen y hacen público lo que hago”.

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