Visitas Domiciliarias Solidarias llegaron a Alma Lojana
Con mucha impaciencia, doña Yolita Moreno de 90 años, espera en su casa ubicada en el barrio Alma Lojana, a la brigada del programa social Visitas Domiciliarias Solidarias, que es parte de las políticas de Inclusión Social del Municipio Metropolitano de Quito y que labora desde las Administraciones Zonales.
Tres profesionales de la salud, que pertenecen a la Unidad de Inclusión Social de la Administración Zonal Manuela Sáenz (AZMS), realizan las Visitas Domiciliarias Solidarias, que llegan muy temprano, desde las 08:30 a los diferentes barrios de los cinco sectores del centro de Quito.
Esta mañana le tocó el turno a Alma Lojana, un barrio ubicado en el centro oriente de la ciudad. Aquí se visitaron a diez adultos mayores que requieren apoyo de la brigada municipal que está conformada por tres profesionales: una fisioterapista, Estefanía Lechón, un psicólogo, Luis Merino y una trabajadora social, Janneth Montenegro.
Cada uno interviene en lo que un paciente o usuario, de la tercera edad, lo requiere. Por ejemplo cuando la brigada llega a realizar la visita, la primera en intervenir es la trabajadora social Janneth Montenegro, que se encarga de levantar una ficha de datos del usuario y determinar si al usuario le hace falta mayor atención. Si es así canaliza su caso al Centro de Salud más apropiado.
Luego, la fisioterapista Estefanía Lechón procede a colocar, con suaves masajes, en las rodillas o el lugar que tenga dolor el usuario, un gel conductor que es reforzado con aparatos de ultrasonido y electro estimuladores, con los que labora esta profesional. “Porque les permite mejorar la circulación de la sangre y de alguna manera, dar alivio a su dolor”, afirma mientras conversa animadamente con él o la paciente.
En tanto, la fisioterapista realiza su labor, el psicólogo, Luis Merino, analiza al usuario y le motiva a hacer ejercicios mentales, como preguntar nombres que inicien con una determinada letra, deletrear palabras o decir el número de cédula o de teléfono al revés, entre otros juegos, que contribuyen a mejorar la memoria y a sonreír mucho, explicó.
“A veces lo único que necesita una persona de la tercera edad es conversar, simplemente eso, no sentirse solo, ser tomado en cuenta, contar sus historias, a veces tenemos personas que pese a su edad, no tienen nada físico, pero sí mucha tristeza o depresión por la soledad”, informó Merino.
Doña Yolita por ejemplo, es una persona sola, enviudó hace varios años y como se casó bastante grandecita, no tuvo hijos, pero está rodeada de sobrinos que le tienen mucho afecto, “siempre están pendientes y preocupados por mí, pero yo tengo una pensión, soy jubilada y de eso vivo”, asegura con una sonrisa, mientras Estefanía Lechón le realiza los masajes.
Una historia diferente es la de doña María Beatríz Osorio, de 81 años, ella vive con su nieta de 22 años y biznieta de cinco, su situación es difícil porque pese a su edad, está obligada a mantener a su corta familia, ya que su hija falleció, “y no hay quién vea por ellas”, por esa razón ella elabora snacks, que vende en instituciones públicas, para solventar el hogar. Su nieta está a punto de graduarse, “ya está haciendo la tesis, estudia marketing”, informa orgullosa, mientras entre risas y alegría, recibe las atenciones de los profesionales.
Beatríz Osorio, se muestra muy agradecida, pero expresa su tensión, en vista de que tiene prisa de salir a trabajar, “si voy muy tarde, ya no me compran porque ya comen otra cosa”, conversa entre risas. Al finalizar la visita, Luis Merino les deja una tarea a las personas atendidas, que tienen que hacerla en una semana y tenerla lista para entregar en la siguiente visita.
El programa de Visitas Domiciliarias Solidarias, se realiza en la Zona Centro desde el 16 de abril de este año y hasta el momento se han atendido más de doscientas personas de la tercera edad, muchos de los cuales son remitidos desde el Centro de la Experiencia del Adulto Mayor (CEAM).
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