Una historia real: Maidivi dejó las sustancias, salió del bosque y demostró que el modelo de reinserción social de Quito funciona

Quito (Quito Informa). – En las calles de cualquier gran ciudad la historia se repite, personas sobreviven en situación de vulnerabilidad extrema. Quito ha decidido escribir un presente diferente, uno en donde cada vida tiene valor y posibilidad de transformación.

Maidivi: La Prueba de que la Transformación es Posible

En el bosque urbano de La Legarda, donde la ciudad olvida y la vida se esconde, sobrevivía una mujer que alguna vez salvó muchas otras vidas. Maidivi Suárez Castillo, médica cubana especialista en urgencias, madre de cuatro hijos, pasó más de una década en situación de calle, oculta entre árboles, sustancias y recuerdos dolorosos.

Llegó a Ecuador en 2012 como parte de una brigada médica de cooperación internacional con 400 profesionales de la salud. Durante seis años atendió emergencias en el Hospital Eugenio Espejo. Cuando la cooperación terminó y sus compañeros regresaron, ella decidió quedarse para seguir ayudando a sus hijos y ser útil en la tierra que la había acogido.

La pérdida del empleo la llevó a la calle. El bosque de La Legarda se convirtió en su hogar, el consumo de sustancias en su realidad diaria. Sobrevivía cuidando autos en Cotocollao, ganando apenas lo suficiente para sostener su adicción. «No me importaba comer, ni bañarme. Solo esperaba ganar unos dólares para fumar», recuerda.

Fue entonces cuando el personal del Patronato San José la encontró donde otros no se atreven a llegar: entre cuevas, sombras e indiferencia. Le ofrecieron una ducha, atención médica, comida y, sobre todo, humanidad sin prejuicios ni condiciones.

Tras varios intentos y año y medio de acompañamiento constante, Maidivi logró dejar el consumo problemático de sustancias. Hoy lleva nueve meses limpia y ha logrado su proceso de repatriación a Cuba. «Me siento una mujer fuerte, con ganas de regresar a mi país, a mis hijos, a mi hermana que siempre ha estado pendiente desde España», afirma con voz firme y emocionada.

Hoy, a sus 52 años, camina hacia un nuevo destino, el regreso a casa. Atrás quedan los años de lucha, oscuridad y silencio, marcados por una adicción que casi le arrebató la vida en cuatro ocasiones.

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Las cifras: 

De enero a julio del 2025, el Municipio de Quito ha atendido a más de 4 mil personas mediante servicios integrales con enfoque de derechos humanos y acciones orientadas a la reinserción social que incluyen apoyo psicosocial, alimentación, talleres formativos, acogimiento, medios de vida y otros factores de protección, articulados con la red de servicios municipales.

El principio fundamental y la normativa es la voluntariedad, que significa que el acceso a los servicios se realiza siempre con el consentimiento de la persona, respetando su decisión y su dignidad. Este enfoque busca que cada usuario participe activamente en la construcción de un proyecto de vida, garantizando que la atención no sea una imposición, sino una oportunidad libremente aceptada para recuperar derechos y reintegrarse a la sociedad.

La realidad no es fácil de ignorar. Entre 2013 y 2025, la población en situación de calle en Quito creció de 2,780 a 4,360 personas, un aumento del 65.3% en doce años. Este incremento refleja desafíos que trascienden las fronteras municipales: movilidad humana regional, crisis económicas a nivel nacional, consumo problemático de sustancias y la ruptura de tejidos familiares y comunitarios.

La Ruta de la Transformación

El proceso inicia en la calle misma. Los equipos municipales realizan abordajes sociales directos, ofreciendo servicios de contención a personas en estado de consumo problemático. Al día siguiente, sin presiones, se consulta si desean vincularse voluntariamente al programa.

Quienes aceptan ingresan al Hogar Comunidad de Calle por tres meses, donde reciben apoyo psicosocial, alimentación, talleres formativos y el acompañamiento necesario para estabilizar su situación. Posteriormente, pueden continuar en el Hogar de Vida, con permanencia de seis meses a un año, según las necesidades individuales de cada caso.

Para personas que no están bajo efectos de sustancias, existen comedores comunitarios en Calderón, Conocoto y San Bartolo. La población en situación de movilidad humana cuenta con la Casa del Hermano, donde reciben atención temporal de 15 días antes de vincularse con la red de albergues.

Quito ha demostrado que es posible enfrentar uno de los desafíos sociales más complejos de las grandes urbes con dignidad, eficacia y respeto por los derechos humanos. Más allá de las cifras de atención, este modelo ha devuelto algo invaluable a miles de personas: la esperanza de que su historia puede cambiar.

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