La historia detrás del orgullo compartido de vivir en Quito: cronista revela cómo se forjó nuestra identidad festiva
Quito, (Quito Informa). –Las Fiestas de Quito tienen ‘un algo’ que apenas llegan los primeros días de diciembre, la ciudad parece despertarse con otra energía. Las banderas en los balcones, el Pregón que enciende la celebración, los desfiles de escuelas y mercados, el Tedeum en La Merced. Y, por supuesto, esa mezcla deliciosa de empanadas de viento, pristiños e higos con queso acompañados del infaltable canelazo que calienta las manos y el corazón.
En cada barrio, en cada casa y oficina, vuelve también el sonido del juego del 40, ese golpe de cartas tan familiar como los dichos ingeniosos: ‘toma dos por shunsho’, ‘marido tiene’, ‘ponte pilas’. Si algo demuestra ese ritual es que los quiteños llevamos la fiesta en la sangre, pero también la tradición y la memoria.
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Hoy, las celebraciones ya no solo pasan por lo religioso. Con el tiempo, la ciudad sumó verbenas, conciertos, ferias gastronómicas y actividades culturales que llenan plazas y parques. El Municipio impulsa una agenda diversa para que toda la ciudadanía encuentre un espacio donde celebrar lo que significa vivir en esta ciudad que encanta, resiste y se reinventa.
Para entender de dónde vienen estas tradiciones y cómo se convirtieron en parte del orgullo quiteño, conversamos con Alejandro López, Cronista de la Ciudad.
¿Desde cuándo se festeja oficialmente a Quito?
Los festejos no empezaron de inmediato después de la fundación en 1534. Fue recién en 1934, con los 400 años del cabildo castellano, cuando las autoridades y la intelectualidad de la época decidieron fijar una fecha de celebración. Ese momento marcó el inicio de actividades solemnes que buscaban construir una memoria institucional de la ciudad. Desde entonces, cada diciembre Quito celebra su historia y su identidad.
¿Cómo fueron los primeros festejos?
Eran celebraciones bastante formales. Predominaban las sesiones solemnes del Concejo Municipal, actos conmemorativos y exposiciones históricas. Había poca participación popular y la fiesta todavía no tenía ese carácter barrial, cercano y espontáneo que hoy la define.
¿Cuándo cambió esa forma de celebrar?
Todo dio un giro en 1959, cuando actores como Últimas Noticias y Radio Quito impulsaron una fiesta más ciudadana. A partir de ahí aparecieron las serenatas barriales, las competencias deportivas, las verbenas, los juegos tradicionales y la elección de la Reina de Quito.
Fue un cambio decisivo: las celebraciones dejaron de ser solo institucionales y pasaron a ser parte de la vida cotidiana de la gente. En 1964 llegó otro hito: el primer Desfile de la Confraternidad Nacional, que fortaleció la identidad festiva e histórica de la ciudad.
¿Qué elementos se han mantenido a lo largo del tiempo?
Hay dos símbolos que nunca fallan: el 40 y el canelazo. El primero une a familias, vecinos y compañeros de trabajo; el segundo acompaña cada encuentro, sea en plazas, balcones o reuniones entre amigos.
A esto se suma la sesión solemne del Concejo, que sigue siendo un acto central. Aunque la ciudad ha cambiado, por ejemplo, ya no hay corridas de toros, muchas expresiones se mantienen vivas porque representan la esencia del ser quiteño.
¿Hay comidas o bebidas típicas de estas fechas?
El canelazo es el rey. Caliente, aromático, con aguardiente, naranjilla y canela, es casi un ritual de diciembre. Pero no llega solo: la fiesta siempre huele a empanadas de viento, pristiños, colaciones, hornado, fritada o locro. Son sabores que quizá no nacieron para estas fechas, pero que la ciudad adoptó como parte de su identidad festiva.
¿Qué representa Quito en la historia del país y la región?
Quito ha sido un punto central desde épocas milenarias. Durante la colonia fue un centro administrativo importante y luego un protagonista del proceso independentista. Aquí nació el Primer Grito de Independencia de América Latina en 1809 y, desde 1978, su Centro Histórico es Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Todo esto la convierte en una referencia simbólica y territorial de lo que somos como país y como región.
Las Fiestas de Quito son mucho más que eventos, son un recordatorio del orgullo que sentimos quienes vivimos en esta ciudad. Una mezcla de historia, sabor, música, tradición y alegría que regresa cada diciembre para recordarnos por qué Quito es, como dicen muchos, la “carita de Dios” y una de las ciudades más queridas del continente.
