Ordenanza de arbolado urbano fue aprobada por el Concejo Metropolitano

En sesión de Concejo Metropolitano se aprobó en segundo y definitivo debate la Ordenanza Metropolitana para la protección, fomento y preservación del arbolado urbano en el marco de la Red Verde Urbana.

La ordenanza fue aprobada con 14 votos durante la discusión se tomó en cuenta todos los servicios ambientales que ofrecen a los árboles a la ciudad como son: mejorar la calidad del aire, mitigar la acción del viento, reducir la temperatura y mejorar el clima, generar sombra y disminuir los contaminantes.

Juan Manuel Carrión, presidente de la Comisión de Ambiente, resaltó en su presentación que esta ordenanza ha sido trabajada por tres años y es una “construcción colectiva que ha contado con la participación ciudadana, cinco organizaciones: Defensa de los polinizadores, arboricultura urbana, el Cabildo Cívico de Quito, de los parques Guangüiltagua y el Bosque Urbano que comparten la defensa del patrimonio natural y respeto a la vida”.

La ordenanza, que contiene 45 artículos, determina los objetivos y fines, protección, fomento y preservación e infracciones y sanciones.

Determina la proporcionalidad de las sanciones, dividiendo las infracciones leves y sus sanciones al igual que las graves o muy graves.
Las multas van desde 0.5 % (USD 2,13) del Salario Básico Unificado, por ejemplo, se pongan grapas, clavos o cualquier otro elemento al tronco o ramas de los árboles hasta 50 salarios por cada árbol afectado, es decir USD 21 250, esto cuando se talen ejemplares de especies emblemáticas y protegidas.

Las sanciones administrativas serán, multa económica, revocatoria de autorización y devolución, suspensión o pérdida de incentivos. Se informó también que las sanciones podrían ser reemplazadas con trabajo comunitario.

La Red Verde Urbana tiene como objeto aportar a la conservación de la biodiversidad mediante la incorporación sustancial del arbolado, los arbustos y la vegetación cubre suelos, mayormente nativa.

También, contribuir como sumideros de los gases de efecto invernadero (GEI), reducir el efecto de las llamadas islas de calor y aumentar la resiliencia del DMQ frente a los efectos del cambio climático y otras amenazas naturales, a la vez que pretende generar una cultura más amigable con el patrimonio natural y el espacio público.