En EMASEO EP se realiza un oficio de amor por los animales

“Bienvenido a la Empresa Pública Metropolitana de Aseo de Quito, cuál es su denuncia…” así empieza la labor de Daniel Roblero, con una llamada recibida desde el 1800EMASEO que alerta de un animalito muerto en una calle de la ciudad. De inmediato la ambulancia destinada para este servicio se dirige al sector. Daniel, Danny y Ernesto se ponen sus trajes blancos, guantes y bajo un procedimiento adecuado, recogen el cadáver de un animal, la mayoría de veces atropellado por conductores inconscientes.

Daniel Roblero, tiene 37 años de edad, pero 16 trabaja en EMASEO EP. De niño, junto a sus amigos y familia acudían a los mal llamados botaderos y minaban la basura – “pavear”-, dice Daniel, en busca de objetos que puedan vender al reciclaje. –“Estoy acostumbrado a los peores olores”-, asegura, pero luego de pasar por todos los servicios de EMASEO, su preferido asegura es la ambulancia de animalitos.

“Levantamos animalitos muertos en las vías, a diario son entre 6 y 8 los que se encuentran en las avenidas y autopistas, a esto se suma los casos que la población llama al 1800”, cuenta Daniel, quien llega a la atención con sus dos compañeros.

Cuando nombra a sus compañeros Ernesto López y Danny Vera, sonríe, piensa en la suerte de contar ya con dos compañeros fijos que tengan el mismo amor que él tiene por los animales. Es difícil encontrar trabajadores que se adapten a la ambulancia de perritos, por el olor que generan una vez fallecidos, las condiciones en que se encuentran, entre otras circunstancias. Este trabajo con los animalitos inició tras un accidente que le impedía hacer fuerza con su mano, pero ahora es una tarea que le enorgullece y que le ha dado algunos nuevos amigos en su hogar.

Daniel Roblero tiene dos hijos, pero en su casa la familia se completa con 10 perros, algunos de ellos encontrados durante sus tareas diarias y otros adoptados de la calle. – “Imagínate, tú no vas a dejar un perro roto las patas en media calle, nosotros les ponemos en una cobija, y les llevamos en la cabina del carro hasta Urbanimal” – me hace pensar.

Algunos de estos perritos que recibieron auxilio, luego fueron acogidos por la familia de Daniel. “Tengo un perro Chiguagua, de una vez que encontramos a los cachorros botados en un cartón eran 8; los llevamos a Urbanimal y el médico me entregó uno en adopción, ese perrito duerme con mis dos hijos”- dice con ternura. Piensa en “lo duro que es ver cuando los perritos que ayudamos no viven y al llegar a Urbanimal nos dicen que le deben dormir”.

Este trabajador de EMASEO no entiende porque la gente puede llegar a tener tanto odio y descuido por los animales, especialmente los perritos, – “Hay gente que deja los perros afuera de sus casas y esos animalitos buscan comida, pero corren muchos riesgos. Si a veces a las personas no les gusta cruzar la calle por los puentes peatonales, peor un animalito que no sabe, ellos pasan no más por los carros” -, agrega.

“Hay gente que puede frenar y no lo hace, una vez vimos un joven en un carro grande costoso que vio al perrito acostado en la vereda y subió su carro para atropellarle. Nosotros paramos delante de él y le reclamamos, luego salió una supuesta dueña y solo le pidió dinero. El perrito estaba flaco, con pulgas, mal tenido, pero a ella le interesó únicamente el dinero”.

 

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